Ante un mundo que cambiaba a gran velocidad, los artistas necesitaron replantearse los recursos expresivos, reconsiderar las formas y las normas que hasta entonces habían dominado la producción de pinturas. El nexo que une el estilo de los grandes maestros del primer decenio del siglo y el inicio de a maniera moderna fue Andrea del Sarto (1486-1530)
En una de las paredes del taller de Tintoretto, pendía un cartel que rezaba: “Los colores de Tiziano, el dibujo de Miguel Angel”. El público veneciano pareció el ambicioso intento ecléctico: es evidente prueba de la aceptación de esta propuesta las decenas de obras en iglesias y los encargos de las Escuelas Grandes de San Marcos y San Roque y sobre toda a dirección de los trabajos de decoración de Palazzo Ducale luego del incendio de 1577.
El gusto por las perspectivas inusuales y la libertad con las que los grupos de personajes se disponían en espacio, se explican por un secreto del pintor: construía pequeños teatros de madera en los que situaba la escena de la pintura e introducía muñecos de cera y tela iluminándolos de forma extraña.
El rol de Tintoretto en el último Renacimiento veneciano fue determinante y también controvertido. Sus soluciones innovadoras, retomadas luego por artistas más modestos, se volvieron monótonas y hasta encorsetadas.
Dómenlos Theotokópulos, se formó con el pintor cretense de iconos Michele Damaskinos. En efecto, había sido ya maestro pintor en su propia patria, hacia 1560. Luego viajaría a Venecia en donde, en contacto con Tiziano, Tintoretto y Bassano incorporaría un particular sentido del color y el gusto por la perspectiva. Hacia el 1572 viajó a Roma en donde estudió las obras de Miguel Angel.
Toledo se convirtió, en 1577 su patria de adopción, allí comenzaría a utilizar el pseudónimo El Greco, como recuerdo alusivo a su tierra natal.
El Greco se identificó plenamente con el gran arte religioso de la Contrarreforma, alternó retablos con pinturas devocionales y retratos. Sin lugar a dudas, el pintor protagonizó un punto de inflexión entre el Renacimiento y el Barroco español. Un espíritu visionario y fantástico es un rasgo fácilmente inidentificable en su producción, sin olvidar sus memorables figuras estilizadas más allá de los límites de la verosimilitud.
En sus últimos trabajos, su estilo se vuelve alucinado, mágico y notablemente sugestivo.
Corregio elaboró una personal alternativa para el Renacimiento: un estilo fluido, luminoso, de gran alcance. Las dulces expresiones y el atrevido tratamiento de la perspectiva, son un precedente relevante para el posterior desarrollo del movimiento Barroco.