¿Qué es la vida? Un frenesí. /¿Qué es la vida? Una ilusión; /una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño. /¡Qué toda la vida es sueño /y los sueños, sueños son! Calderón de la Barca
El Barroco, cultura y arte de toda Europa, supone una crisis de sensibilidad y es la ruptura del equilibro emocional, la necesidad de vivir apasionadamente. Las pinturas de Rubens, son un buen ejemplo, cada escena representa un exceso y un desborde. En las grandes obras del Barroco, se adivinan las tragedias y las amenazas de la época. También la nueva visión del mundo que se inicia con Copérnico: un mundo infinito y en movimiento en el que el hombre, despojado del centro, buscará encontrar su nuevo lugar. El Barroco no podía ser sino un movimiento pesimista. Una imagen recurrente del movimiento es el d la “locura del mundo” o un “mundo al revés” en el que todo parece alterado.
Todo es movimiento, mudanza, fragilidad. Nada es estable. Gracián dirá que “no hay estado sino continua mutabilidad en todo”, en efecto, la metafísica escolástica, basada en la permanencia de la sustancia, parece derrumbarse. El tiempo se convierte en una obsesión y el reloj es la máquina por excelencia. Y en este tiempo que es fugaz, es el capricho de la fortuna el que manda. Todo es contingente y azaroso: no hay en el mundo humano ni necesidad ni orden. Todo es apariencia y la esencia de las cosas queda oculta.