Comparada al magnífico esplendor de las catedrales medievales europeas, la pintura que floreció entre los siglos XI y XIV fue algo eclipsada. Sin embargo, pese al predominio de lo arquitectónico, la pintura, en tanto era considerada un método muy útil para transmitir los mensajes religiosos a las masas, fue una actividad fecunda. En efecto, la decoración de iglesias, Biblias y misales.
Durante el reinado de los reyes carolingios (s.IX), se fomentó la creación de diferentes escuelas pictóricas. Más tarde, los emperadores otónicos (s.X) continuaron con el mecenazgo de la pintura.
Fue dando un paso graduar al movimiento gótico que se desarrolló a partir de la primera mitad del siglo XIII. Son características del estilo gótico, la espiritualidad, la armonía y el reposo. Las figuras se distribuían con gracia y expresiones serenas y gran cuidado por los detalles naturales.
El gótico nunca alcanzó gran importancia y el arte románico manifestó tendencias más bien bizantinas, tal tendencia continuo hasta el s. XIV época en la que comienza a percibirse la influencia renacentista.
El motivo principal fue sin dudas, lo religioso y en estrecha conexión con lo eclesiástico. Las creaciones que con mayor temperamento capturan el espíritu románico son las pinturas cíclicas y religiosas sobre las paredes de los templos. Era el modo de transmitir a los fieles analfabetos las enseñanzas bíblicas.
La critpa de Saint-Savin-sur-Gartempe, en Francia, exhibe pinturas que describen el martirio de su patrono, San Sabino y San Cipriano. El pórtico, está dedicado al juicio final y la bóveda, al Pentateuco, culminado en la galería con la pasión de Cristo. El proyecto tiene un sentido y es el de recordar a los fieles que, en el fin de los tiempos, serían juzgados y que la única esperanza de salvación era la redención de Jesucristo.
La mayor parte de las pinturas del legado románico, pertenecen a manuscritos principalmente religiosos. Tanto evangelios como libros de salmos y biblias fueron ilustrados como acto de devoción en parte pero también como signo de lujo.
Las pinturas naturales, fueron una forma de arte y en comparación con los libros, mucho más limitadas. La actitud normativa de la Iglesia, imponía una actitud rígida y restringida. En efecto, durante el siglo XII, las pinturas murales fueron atacadas por Bernardo de Claraval, personaje influyente que consideraba a las representaciones excesivamente caprichosas. Circunsciptos a espacios más reducidos o de menor exposición pública, los manuscritos se permitieron libertades artísticas un poco más interesantes.
Prácticamente no han llegado a nuestros días arte secular significativo. Se sabe que existieron pinturas en los muros de los castillos así como mosaicos representativos con motivos de venados, toros y pavos reales, tal como parece testimoniar la chanson de Girart de Roussillon, pero ninguno de estos trabajos ha sobrevivido. Pero las pinturas de tipo profano, aun en el caso en que hayan sido frecuentes, también se hallarían subordinadas estilísticamente al arte eclesiástico.
Puede parecer complejo comprender el are románico. Las distorsiones de las figuras parecen caprichosas y carentes de sentido. Incluso resulta extraña la ausencia de perspectiva y los colores resultan demasiado violentos. Cabe preguntarnos si los artistas de ese tiempo carecían de la habilidad necesaria para el realismo o veían la realidad de un modo diferente. Una respuesta posible es considerar que a sus formas de expresión artísticas no resultaba relevante en absoluto una representación naturalista del mundo sino un principio de doble vertiente:
Transmitir la idea que se oculta detrás de los simples detalles físicos de una escena, por ejemplo, el cristo de San Clemente de Ta[ull fue creado así para transmitir la sensación de de majestad, de temor de Dios y de sobrenaturalidad y no un ser humano normal. Podría pensarse que el arte abstracto desarrollado en el siglo XX comparte de algún modo esta forma de expresión artística.
La relación con una conciencia decorativa que representa el legado del arte bárbaro. Por ejemplo, las iluminaciones irlandesas de los evangelio del siglo VIII son un buen ejemplo de esta vigencia de la estética celta durante el período cristiano. Hasta la Alta Edad Media, el arte bárbaro ejerció una notable influencia aunque lentamente el estilo románico comenzó a volverse más figurativo. Sin embargo, pese a que se incorpora la reproducción de figuras y acontecimientos, el gusto por el diseño, las posiciones poco ortodoxas de las figuras evidencian un interés ornamental que continua vigente.