El Renacimiento

Quizá vendrán tiempos mejores

este sueño del olvido no durará eternamente

una vez disipadas las tinieblas

nuestros nietos retornarán al esplendor radiante del pasado

Petrarca, 1338

La pasión por las culturas de la antigüedad clásica se conjugaban con la idea que tras los años oscuros del medioevo, surgiría una nueva edad de oro, un "renacimiento".

Inicialmente, la idea de "renacimiento" solo era aplicable a las artes plásticas. Sin embargo, más tarde, hacia el siglo XVI el efecto se había extendido a otros dominios como las ciencias naturales y el pensamiento filosófico.

Italia, como testimonio del antiguo esplendor clásico fue la cuna natural de este movimiento. Pero el desarrollo económico de las ciudades italianas de la Alta Edad Media resultó determinante para el desarrollo de este movimiento. A partir del siglo XI se reactivó el tráfico internacional y los mercaderes italianos se encontraban en una situación de privilegio dado que se encontraban en el centro de las rutas comerciales entre oriente y el norte de Europa.

Del mismo modo que los mercaderes en el ámbito mercantil, también los banqueros italianos dominaban las finanzas internacionales. Gracias a su poder e influencia, unos y otros no tardaron en adueñarse de los resortes políticos de sus ciudades; la ciudad-estado se tornó la unidad política básica del norte y el centro de Italia durante la Baja Edad Media. La riqueza y el poder de estos gobernantes no se encauzaba hacia fines puramente políticos. La se de fama se traducía en un mecenazgo público que abarcaba los más diversos aspectos, pero que se orientaba sobre todo al fomento de las artes dotadas de este modo de una atmósfera propicia para su florecimiento. Sin embargo, la influencia cultural de la clase dominante, no se limitaba al patrocinio económico: sus logros modificaron profundamente la actitud frente a la vida de las personas cultas de la época. Empezó a sentirse un renovado respeto por la capacidad y la creatividad humanas, expresado en obras destinadas a exaltar la dignidad del hombre.

Antropocentrismo

Los logros humanos fueron pues, el centro de la atención del hombre renacentista. Así se reemplazaba el teocentrismo medieval. Pero no debe inferirse llanamente que las personas cultas fueran de pronto menos religiosas, sino que su religiosidad se tornaba más orientada hacia el mundo natural. En realidad, la creencia en la grandeza humana no desviaba la atención de las cuestiones divinas. En el nuevo espíritu creador del hombre, manifestado en el comercio, la política, el arte, las clases ilustradas veían una versión a menor escala de la creatividad divina, revelada en todo el universo.

La valoración del artista

Al contrario de la mayoría de los intelectuales medievales, que eran clérigos, casi todas las grandes figuras del Renacimiento fueron seglares. Los pintores y escultores que desde la tradición clásica eran despreciados por ser trabajadores manuales, aspiraban ahora a un status superior. Así Leonardo Da Vinci rechazaba la idea de que la pintura fuera una suerte de "arte mecánico" por el contrario, los pintores compartían el poder creador con Dios.

por Graciela Paula Caldeiro