Hieronymus Bosch (El Bosco)

Pocos son los datos conocidos sobre el pintor flamenco Jeroen van Aken, cuyo seudónimo fuera Hieronymus Bosch (El Bosco). Su ciudad natal fue S-Hertgenbosch, cerca de Amberes, en el Barbante. De familia de pintores, fue nieto de Jan Van Aken, autor de una magnífica Crucifixión.

El Bosco se encuentra próximo al arte realista y analítico en la línea del gótico internacional en el cual se fudamente hacia la mitad del siglo XV el arte provinciano de Barbante, bastanto alejado del gusto promedio flamenco que predomina en los centros dominantes. El Bosco, romperá con las tradiciones y formas artísticas que hasta el momento se habían repetido incesantemente en aquella pintura.

La vida de El Bosco se desenvuelve en el ambiente de la rica burguesía ciudadana. Su valoración de la naturaleza humana está plagada de matices que se articulan con su interpretación del bien y el mal, propiciada por la atmósfera cultural religiosa en la que vive el pintor. El Bosco está familiarizado con la literatura hermética, mágica y alquimista, así como con loas leyendas populares en torno al diablo y las fuerzas del mal. No se mantiene al margen del vasto movimiento herético que se va difundiendo por el país, corriente que extendiéndose por el norte de Europa, alcanza un relieve notable en los países bajos. Un clima de profunda turbación y extravío de la razón hace eco de las demandas morales y culturales de su tiempo.

Sobre el tema de la tentación, la más emblemática de sus obras es "El Jardín de las Delicias". En la parte exterior de las puertas se representa, dentro de una esfera cristalina, símbolo de la fragilidad del mundo, el globo terrestre en el tercer día de la creación. Con anterioridad al hombre, parece querer expresar el Bosco, existe un universo poblado de sueños, visible en las extrañas formas vegetales que emergen del suelo hacia la tierra. Pero es en el panel central, donde el pintor alcanza el nivel más elevado de expresividad. Numerosos desnudos femeninos y masculinos, una variada fauna de todo tipo, vegetales y frutos, recrean un paisaje mágico en el que todo parece transformarse en una desenfrenada voluntad de placer. Así surgen montañas fantásticas con relieves insólitos atravesados por tubos de cristal, fresas inmensas, rojos madroños, cerezas simbólicas y el búho de grandes ojos sobre una rama que atrapa a dos seres humanos cuya cabeza y busto se hallan en el interior de un encarnado fruto. Parece el sorprendente estallido de una tormenta surrealista. Contrario a las doctrinas hedonistas que practican los hedonistas que predica la secta de los adamitas, ,el Bosco pretende poner de relieve el castigo de los pecados carnales, refiréndose una vez más a proverbios populares y a la doctrina simboógica mística y esotérica. Para ello recurre a la utilización de tonalidades cromáticas en la gama del rojo, colores del amor que se relacionan en la alquimia con el estadio de la transformación, así como el azul, que simboliza el mal.

por Graciela Paula Caldeiro