En Alemania, los temas profanos se impusieron más tarde que en los Países Bajos. Durero es, sin duda, el máximo representante de estas nuevas tendencias. Aunque el legado del pasado continuo pesando sobre muchas de sus obras, él fue quien más se acercó al ideal renacentista de "hombre universal".
Durero no fue sólo un gran pintor, sino que también un gran estudioso que escribió un tratado de fortificación, varios trabajos sobre perspectiva y proporción, además de obras sobre especulación filosófica sobre la naturaleza del arte y la formación de los artistas. Educado en la tradición artesana (su padre era orfebre) esto le ayudó a perfeccionar la técnica del dibujo y el grabado, campos en los que su genio se manifiesta con mayor fuerza, si cabe, que es en sus pinturas. Como habitante de la lujosa ciudad de Nuremberg, aceptó con una combinación de astucia de mercader y de integridad artística, el desafío técnico que para el grabado suponía la producción en masa mediante nuevas técnicas.
En "Los cuatro jinetes del Apocalipsis" (1498), perfeccionó la ténica del grabado en cobre y en madera de modo tal que su influencia se ectendió por toda Europa. La serie el Apocalipsis combina el realismo renacentista con la iconografía gótica. La poderosa imaginación de Durero aparece atenuada por la cuidadosa composición.
Los grabados de Durero muestran una característica combinación de elementos góticos y renacentistas.
Consistente con su propia personalidad, Durero fue uno de los primeros pintores alemanes que firmó sus obras. A lo largo de su vida, pintó muchos autorretratos realmente notables. La intensidad expresiva de estas obras surge de una profunda auto observación revelan un deseo notable y creciente por descubrir los aspectos más ocultos de la naturaleza. Puede advertirse que este anhelo se conjuga con cierto orgullo vanidoso, incluso llegando a representarse a sí mismo como a imitación de Cristo.
De forma semejante, sus retratos de los patricios de Nueremberg, reflejan su enorme interés por los misterios de la personalidad humana, inquietud en clara sintonía con el universo renacentista al que perteneció.
Pertenecen también al espíritu del Renacimiento su estudio de la naturaleza animada e inanimada.
La sensibilidad y el realismo insuperable de sus cuadros de animales que son dignos de un texto de ciencias naturales.
Fue otra de las técnicas con la que desplegó sus notables dotes de dibujante.