El apogeo de las academias

El perdíodo abarcado entre 1810 y 1870 se caracterizó por una importante proliferación de academias de bellas artes. Este fenómeno se hallaba en estrecha relación con la necesidad de elaborar nuevas formas expresivas dentro de un marco de legitimación oficial. Así los jóvenes se integraban a una modalidad que reemplazaba el antiguo papel del taller. En las academias, podían aprenderse las reglas ténicas y expresivas, al tiempo que se apuntaban aspectos históricos y literarios. Las academias asumían también el rol de conservar y estudiar el patrimonio artístico local a través de la creación de museos.

La enseñanza en el contexto de las academias era por cierto de caracter homogéneo, la creatividad individual estaba subordinada a criterios generales que en parte limitaban el despliegue de la subjetividad del artista, lo cual, hacia la segunda mitad del siglo fue derivando en un progresivo rechazo hacia los princpios del antes celebrado arte académico.

Francesco Hayez (1791-1882)

El beso

La imagen, símbolo del romaticismo italiano y de la pasión amorosa, está apenas disimulada tras los ropajes medievales de los protagonistas. Tal como sucedia en aquella misma época con la opera de Giuseppe Verdi bajo la aparente espontaneidad del gesto y la prolija técnica, una alegoría política podía ser leída entre líneas. En este caso, el beso simboliza una alianza entre Italia y Francia.

Jean Auguste Dominique Ingres (1780-1867)

En 1797, Ingres se dirige a París para formarse, y allí se conectará con el clima revolucionario. Conocerá entonces la obra de David, y fiel a su escuela, se convertirá en un representante del neoclacisimo.

En 1806 se traladará a Roma en donde se verá influído por la pintura florentina y romana, particulamerte la obra de Rafael. Permanecerá allí unos dieciocho años.

La Gran Odalisca

En la frontera del Neoclasicismo y el Romanticismo, Ingres avanza hacia un nuevo ideal de belleza femenino. La espalda de la mujer desnuda se muestra claramente idealizada: el alargamiento antinaturalista es notablemente exagerado.

por Graciela Paula Caldeiro