Como tantos otros momentos de la historia, también puede decirse del Romanticismo que no es solamente un movimiento estético sino también una concepción del mundo.
Aunque existen algunos antecedentes en Inglaterra e incluso en Francia con Rosseau, en el sentido estricto, el inicio del Romanticismo se da en Alemania bajo la luz del idealismo. Más tarde, se difundiría por toda Europa. El Romaticismo conservador fue seguramente una excepción, a partir de 1930 fue un movimiento decididamente liberal.
Y en segundo lugar, aquella universalidad abstracta postulada por la ilustración se irá eclipsando por un marcado deseo de individualidad. En efecto, la subjetividad es la fuente de la actividad original. La imaginación no tiene por qué conducir al error sino por el contrario posee un incalculable valor. En efecto, la libertad de hombre, del artista, se abre hacia el basto infinito pleno de deseo por alcanzar el Absoluto.
El Romanticismo se alza también en contra de la visión mecanicista de la Naturaleza, característica de la Ilustración. Ahora la Naturaleza será dinámica, viva y orgánica. No es algo acabado sino que se está haciendo permanentemente.
Por otra parte, el Romanticismo no puede ser considerado un movimiento organizado. En efecto, fue dispersándose asistemáticamente por Europa durante la primera mitad del siglo XIX. Diferentes grupos de artistas y escritores, unidos por un ideales comunes, se expresaron con fidelidad a su instinto nacional. En definitiva, tras la racionalidad exigente de la Ilustración, la voluptuosidad del Barroco y finalmente, el ajuste estricto de las reglas neoclásicas, estallan en un sentimiento contradictorio que lleva al cenit a los sentimientos más apasionados y contradictorios que hallarán la forma específica de cada sentir nacional, según la tradición con la que se identifique el artista.
Podría decirse que la obra de Blake se encuentra dentro de una sensibilidad prerromántica que anticipa el rechazo por las ideas de la ilustración y el deseo de ir más allá de la razón para descubrir el aspecto más profundo del hombre, el abismo del incociente.
Impregnada de un dimensión simbólica y literaria ligada a la Biblia, la obra de Blake se caractierza por la libertad de la imaginación. El ingrediente místico se resuleve a través de imagenes originales que carecen de precedentes iconográficos. Se destaca además una puereza en el tratamiento de las líneas y la perfección en la figura, inspiración clásica.
Muy ligado al movimiento de la corte de los borbones y muy sensible a las cuestiones sociales y morales, Francisco de Goya y Lucientes, recibió una formación diversa, rica en estímulos, que abracaba las más diversas técnicas expresivas: el fresco, la miniatura, el retablo, el grabado.
En los comienzos, el artista se desarrollo en el ambiente de la corte y la aristocracia y su producción iba al ritmo de la demanda de aquellos. Pero con el paso de los años, Goya fue sustituyendo poco a poco su inicial realismo por el sarcasmo hasta llegar a niveles deformantes. Hacia el ocaso del siglo, Goya se había alejado del estilo corriente. Se dedicó a motivos morales, alusiones dramáticas y escenas visionarias.
Se desconoce con certeza la identidad de la protagonista de esta pintura fechada en 1803. Es posible que se trate de la duquesa de Alba y que la obra haya sido encargada por el exigente e influyente ministro Godoy.
Las ideas del idealismo y del romanticisimo alemán, fueron captadas por por la pintura sutil de Friedrich.
Contemplando la naturaleza, en sus más impresionantes manifiestaciones, montañas nevadas, brumas y nieblas, el hombre se enfrenta ante la expriencia indescriptible de impotencia ante la maravilla absoluta del mundo. Es así como un espíritu místico se funde con el mundo natural mientras que el individuo aspira a participar de él, abandonado a sus sensaciones, con la ambición de intuir el misterio.
Fue Friedrich un tenaz defensor de un estilo independientemente alemán. Contrapuso así, el esplendor del paisaje alemán a las ruinas clásicas, renunciando deliberadamente a un viaje canónico a Italia.
Del mismo modo que los poetas románticos, como Novalis y Goethe, Friedrich se sintió fascinado por el infinito. La mirada del espectador atraviesa la pintura hasta perderse en una lejanía opaca que se funde en el resplandor del sol que hace indistinto al horizonte. Esta idea está presente en muchas de sus obras.
Delacroix fue un notable exponente del movimiento romántico francés, dotado de una gran capacidad figurativa.
La heroína semidesnuda, encarna la Francia libre, como emblema del manifiesto pictórico del romanticismo. La Libertad, lleva en su cabeza, el gorro frigio, la bandera en una mano y el fusil en la otra. Fruto de una cultura heterogénea, romántica y literaria, la obra enfatiza el realismo pero se acerca sin duda a la propagánda, utilizando genuinos recursos retóricos ajustados al mensaje revolucionario.
El término "Biedermeier", se origina en el apellido de un ficticio personaje de los diarios satíricos de la época, un tradicional proesor escolástico de Suabia. Se trataba de un representante de la clase media, la burguesía alemana, que es el tipico público destinatario de este estilo que ofrecá una interpretación doméstica del estilo imperial.
Los motivos no solo era accesibles sino que en oportunidad banales. Se retrata una sociedad complaciente, sin grandes sueños, con horizontes concretos y limitados. Pero prevalece el sentido de lo nacional pertinente, no obstante, a los tiempos del romanticismo. Aunque por cierto, éste no se expresa de manera heróica o individual sino como algo que pertenece a la comunidad.